En esa danza conversacional que es el Coaching Ontológico, de exposiciones, escucha, parafraseos, preguntas, afirmaciones, declaraciones, hay más de una dimensión entrando en juego: trabajamos hacia metas, identificando emociones, creencias, talentos, propósitos, integrando el cuerpo, la mente, y es a partir del lenguaje que se posibilita la apertura, la flexibilidad, la disposición, un potencial de descubrimiento, de acción, de transformación, de creación.
Todo eso es posible por medio del Lenguaje (*).
* Al final de esta publicación, te introduzco brevemente el libro Ontología del Lenguaje de Rafael Echeverría, por si querés consultar bibliografía
El lenguaje es el eje del Coaching Ontológico: ¿cómo aprovecharlo?
El potencial principal del lenguaje es la modificación de la realidad.
Lo creas o no, con el lenguaje creás. Y creás a partir de lo que creés (salvo cuando creés que no creás lo que creés ).
Pero ¿de qué manera podés enfocarte en hacer uso positivo de ese lenguaje, trabajar con el lenguaje para que sea una herramienta a tu favor?
Los diálogos dentro de una conversación
Algo que necesitás tomar como base es que, en cualquier conversación hay más diálogos de los que se están diciendo. Esto incluye la conversación escrita, claro.
Es decir que, en una simple conversación de apenas dos personas, tenemos al menos tres diálogos teniendo lugar: el diálogo que intercambian entre sí y los diálogos internos de cada una.
Extraño, ¿no? El modelo de emisor – mensaje – receptor, y demás, se complejiza un poco. Y, si volvés a leer, dije “al menos”. Pero no voy a entrar ahí ahora: con el simple dato de poder considerar a una conversación como un intercambio donde participan más diálogos subyacentes, me interesa enfocarnos en el potencial que surge de ahí.
Por eso, te comparto tres maneras con las que podés empezar a potenciar (o continuar potenciando) el efecto creativo del lenguaje.
Usá el lenguaje para escuchar (te)
Si ya te resulta conocido el concepto de escucha activa, imagino que solías enfocar su uso a la escucha hacia l@s demás, hacia el afuera. Pues bien, te invito ahora a comenzar a escuchar tus propias palabras.
Es para eso que se utiliza mucho en los procesos de Coaching Ontológico el parafraseo que, aunque pueda resultar molesto en más de una ocasión, es en verdad muy desafiante y potenciador. Es clave saber que en el lenguaje podemos encontrar signos y síntomas de nuestra mente, nuestros pensamientos, nuestras creencias, nuestra emocionalidad y hasta de nuestra corporalidad.
Entonces, ¿has prestado atención a las cosas que decís?, ¿la manera en que las decís?, ¿la elección de unas palabras sobre otras, siendo que una misma frase se podría transmitir de muchas formas diferentes?, ¿las creencias que hay detrás de cada expresión que elegís al mantener conversaciones?
Claro que esto es no únicamente para cuando conversás con alguien más: aplica también (y tal vez principalmente) a tus pensamientos e ideas durante todo el día, los diálogos internos que te acompañan desde que te despertás cada nuevo día hasta que volvés a sumirte en la profundidad del sueño.
El journaling como herramienta para escuchar(te)
El journaling consiste básicamente en llevar un registro escrito diario. Si fuiste como yo, que en la pre-adolescencia escribías en un diario íntimo, entonces ya lo has hecho.
Tengo otro post en el que hablo más en detalle del llamado journaling, si te interesa hace clic aquí.
En esta ocasión me interesa introducirlo como herramienta para simplemente registrar tus pensamientos, vivencias, o cualquier tipo de inspiración, a partir de lo cual puedas leerte y prestar atención a tus palabras, tus expresiones y todo lo subyacente que puedas encontrar.
#Tip: en vez de escribir, podés hacer tu propio podcast. Grabás tu registro diario en formato audio y después lo escuchás activamente .
Sólo escuchándonos es que podemos intervenir en el lenguaje que venimos / veníamos utilizando para comenzar a intervenir también en lo que venimos haciendo, en lo que venimos creyendo y en lo que venimos creando.
Usá el lenguaje para conocer (te) y enriquecer (te)
“El gran problema con la comunicación es que no escuchamos para comprender: escuchamos para responder”.
Eso, no sé a vos, pero a mí me suena a una comunicación de una sola vía: escucho lo que quiero escuchar para responder lo que quiero decir y, así, sucesivamente. Este es el tipo de comunicación que predomina para mucha gente, pero vos podés ir un poco más allá.
Sé que eso de “escuchar para comprender” sería un paso más profundo y complejo, al que también podemos aspirar, pero al menos en el proceso y en el mientras tanto, los pasos más alcanzables son tan sencillos como: escuchar para estar presentes y acompañar a l@s demás -aunque no llegues a un entendimiento-, escuchar para des-cubrir y conocer a l@s demás, escuchar para aprender de l@s demás y enriquecerse mutuamente.
Estoy segura, segurísima, de que más de una vez te pasó de encontrarte en conversaciones en las cuales el diálogo pareciera no tener sentido:
Decís “A”
Te responden como si hubieras dicho “B”
Aclarás que era “A”
Te reformulan sobre “B”
Círculo vicioso que podría no tener fin.
Al final, te preguntás si en verdad te estaban escuchando (o leyendo).
Aunque parezca extraño, muchos de estos diálogos ni siquiera entran en cuestionamiento. Es decir, al final de la conversación, ningun@ de l@s participantes asume que no hubo escucha: cada quien se fue conforme con un diálogo en el cual pareciera que en realidad cada un@ habló con sí mism@ con alguien de por medio .
Esto también se ve muy marcadamente en las empresas. No es un síntoma muy raro o desconocido, así que don’t panic. Además, las posibles intervenciones tienen un gran potencial de transformación
Encontrá un idioma en común
Continuando con estos diálogos donde en verdad pareciera no haber real intercambio (más que de incoherencias comunicacionales), podemos empezar por preguntarnos si quienes están dialogando hablan el mismo idioma.
Esta pregunta, que puede parecer un poco tonta, para nada lo es: es la pregunta básica que yo propongo (sobre todo en las organizaciones).
Es super fácil imaginarte, por ejemplo, un diálogo entre una persona que habla árabe y está de visita en Argentina intentando comunicarse con un nativo, haciendo un uso básico del castellano.
Capaz ninguna de las partes pueda transmitir con claridad a la otra parte lo que realmente quería compartir, pero al final ninguna de las partes está convencida de lo que se trató la comunicación y son bastante conscientes de que probablemente no se comprendieron del todo.
De todas maneras, un diálogo puede estar repleto de interferencias en el uso del lenguaje incluso entre personas que comparten un mismo idioma: recuerdo una conversación muy divertida con un amigo limeño porque yo no encontraba mi campera y él me ayudaba a buscarla, aunque en realidad él buscaba lo que para mí es una mochila, lo que derivó en un mini-estudio donde aprendimos también, entre otras palabras de países hispanos, que lo que en Argentina puede referir a la muerte, en Chile es lo que nosotros llamamos campera: la “parca”.
Él aprendió algo nuevo, yo también, y l@s demás involucrad@s en el mini estudio, también. Ese es un clarísimo ejemplo del potencial del lenguaje para conocer, de des-cubrir el mundo, de aprender, de enriquecer(nos).
Aunque también sigue siendo evidente con este ejemplo que nuestro origen (idioma o usos idiomáticos en el país o región donde hemos aprendido a hablar) marca una diferencia en el uso del lenguaje que puede derivar en interferencia.
Otros factores, tal vez menos evidentes, son las características culturales dentro de las que hemos crecido, la religión que profesamos (o si no profesamos ninguna), el acceso a educación formal, las instituciones a las que asistimos, la empresa en la que trabajamos, el oficio, la profesión, las áreas de nuestro interés, el grupo de amistades, etcétera. En todos esos ámbitos subyacen creencias, saberes, valores, enfoques… ¿Qué más?
Entonces, si buscás comunicarte adecuadamente con una persona, no la escuches para responder y perpetuar tu diálogo interno: escuchala para conocerla, para descubrirla y descubrir el mundo a través de ella, para encontrar lenguajes en común que les permita una mejor comunicación.
Usá el lenguaje para construir (te)
Ahora, conociendo la necesidad de prestar atención al lenguaje y de poder aprender del mundo a través de él, entremos en otro uso del lenguaje del que tal vez hemos sido menos conscientes en el transcurso de nuestras vidas: crear por medio del lenguaje.
Nuestro lenguaje expresa y pone de manifiesto nuestras creencias, nuestra mentalidad, lo que nos constituye tanto de manera consciente como de manera inconsciente. El dato tal vez nuevo para vos es que no sólo expresa, sino que también crea: el lenguaje crea realidades.
Como decía antes, creamos por medio del lenguaje aun cuando no sabemos (ni creemos) que lo estamos haciendo. Es decir que ya hemos creado un montón de realidad sin saberlo… ¿no te parece tremendamente necesario empezar entonces a crear con conciencia? Es una gran vía por la cual transformar tu realidad si aprendés a prestar atención a cómo hablás y cómo te hablás. Las cosas que decís, la manera, el significado de las palabras que usás, cómo las combinás, etcétera, pueden hacer la gran diferencia entre obtener una meta, o seguir dando vueltas sobre lo mismo.
El ejemplo más claro es que, cuando mis coachees llegan a una sesión, generalmente empiezan hablando de lo que no quieren, de lo que les molesta, de lo que les hace renegar. ¿Dónde está el enfoque, la atención? ¿Qué creés que genera este tipo de conversaciones?
Te ayudo:
Malestar
Quejas
Estancamiento
Círculo vicioso
Pesimismo
Victimismo
Con un proceso de pocos minutos de acompañamiento con preguntas enfocadas, una persona puede salir de ese círculo de quejas y reclamos para empezar a modificar la forma en que observa “esa realidad” y entonces poder crear una diferente mediante el lenguaje: formular una meta que desea conseguir, cambiar su disposición, su enfoque, su emocionalidad y hasta su corporalidad.
Estos ejemplos son salidos textuales de sesiones reales:
♥ Un coachee que plantea “no quiero ser tan inseguro” manifiesta en su expresión la creencia de que “es” inseguro. Perpetuando esa creencia, y enfocándose en ella, es muy limitado el plan de acción porque, te pregunto: ¿si SOS un leopardo, cómo podrías SER un oso? Si un leopardo quiere ser un oso, o viceversa, estamos en el horno: va a sentir la frustración a cada paso.
Después del acompañamiento y preguntas específicas, transformó su lenguaje a “quiero sentirme capaz de (…)”. Ese coachee, dentro de los minutos de una sola sesión, cambió su enfoque y al transformar esa expresión: (1) des-cubrió que no era inseguro sino que eso era algo que se decía y que le impedía accionar; (2) encontró que estaba muy conforme con sus decisiones; (3) des-cubrió qué había detrás de esa creencia previa; (4) generó un plan de acción lleno de posibilidades.
♥ Una coachee que empieza la sesión diciendo “quiero dejar de estar tan tapada de cosas para hacer”, ¿qué emocionalidad creés que se está creando a sí misma?
De sólo escribir la frase imagino gráficamente lo que dice (una mujer tapada de cosas) y me figuro agotamiento. ¿Cómo puede una persona moverse, caminar, si está tapada de cosas? ¿Cómo puede una persona comunicarse o relacionarse con otr@s si tiene cosas que la tapan?
Ella pudo cambiar su enfoque y transformar su lenguaje hacia “quiero aprender a priorizar y enfocarme en hacer las actividades importantes para poder tener también tiempo libre”.
¿Y qué creés que pudo a partir de ese cambio?
💡 Hasta que no somos conscientes de las cosas que (nos) decimos, seguimos girando en la ruedita del hámster que no nos lleva a ningún lado. Cuando podés identificar eso, cambiar tu enfoque y trabajar en tu lenguaje, de base empezás por aumentar tu energía, abriendo la puerta a modificar tu emocionalidad y tu corporalidad, te enfocás en otras realidades posibles que no estabas pudiendo ver porque te estabas llevando a (re)crear realidades muy diferentes, desde un enfoque negativo, de limitación, disgusto, etc.
Redondeando
Hoy te compartí algunas nociones básicas y generales del uso e importancia del lenguaje en la creación de tu realidad actual, y tres usos concretos del lenguaje para empezar a diseñar y crear una nueva realidad. También te compartí ejemplos y herramientas para bajar esos usos a situaciones concretas.
Ahora sí, ya podés empezar por:
Crear nuevas realidades
Identificar creencias / limitaciones / potencial
Escuchar (te) y enriquecer (te)
Identificar creencias / limitaciones / potencial
Modificar tu lenguaje
Intervenir en tu emocionalidad, en tu cuerpo y en tus resultado
Ahora sí, como te había adelantado, te dejo la bibliografía principal a la cual podés recurrir para profundizar mucho más este tema:
Ontología del Lenguaje de Rafael Echeverría (**)
A modo de super super resumen, te dejo acá los tres postulados básicos que propone Echeverría:
- Somos seres lingüísticos.
- El lenguaje es generativo: es acción y, por tanto, crea realidad.
- Nos creamos a sí mismos en el lenguaje y a través de él.
Si bien Echeverría considera tres dominios constitutivos del ser humano (el dominio del lenguaje, el dominio del cuerpo y el dominio de la emocionalidad), plantea que es el lenguaje el que nos permite dar sentido a nuestra existencia y es a partir de la reconstrucción lingüística que podemos reconocer y comprender todo lo demás.
** Ontología del Lenguaje de Rafael Echeverría es un libro que podés conseguir en PDF con sólo googlearlo.