En estos días hablamos un poco de las “emociones negativas” en mis historias de Instagram, con la cajita de preguntas, y me pareció interesante dejarlo plasmado por acá.
Dejo en verde algunas preguntas que me hicieron 😉
¿Cuáles son las emociones negativas? ¿Existen?
NINGUNA EMOCIÓN ES NEGATIVA 💡
Sí es cierto que se pueden encontrar corrientes que mencionan como «emociones negativas” al miedo, la ira, la tristeza o la ansiedad, dentro de las más comunes.
Pero las emociones no son ni negativas ni positivas, esa es una interpretación o una etiqueta que les otorga una connotación que puede desviarnos de la importancia y del para qué de la emoción.
Por qué se las llama emociones negativas, si no lo son.
Lo de emociones negativas o positivas forma parte de una clasificación que fue válida y necesaria en otro momento para explicar o aprender ciertas cosas.
Sin embargo, y esperando que esta clasificación tienda a desaparecer, me parece super importante aclarar que el hecho de que una emoción no nos resulte placentera no significa necesariamente que sea negativa.
¿Por qué es importante esa diferenciación de negativa vs. no placentera?
❌ Porque clasificarlas como “emociones negativas” nos posiciona en un lugar de huida, oposición, rechazo y queremos evitarlas. Como decimos en coaching: esta creencia nos cierra posibilidades.
✔️ Por el contrario, si comprendemos que tienen una razón de ser y que, al manifestarse, tenemos a nuestro alcance el poder trabajar a partir de lo que nos expresan, nos posicionamos en un amplio campo de posibilidad de aprender, de hacer, de accionar, de transformar, de evolucionar…
¿Cómo controlar las emociones?
Las emociones son reacciones psicofisiológicas ante ciertos estímulos, que pueden ser tanto sensoriales (algo que ves, tocás, olés, oís, saboreás) como situaciones o recuerdos, y tienen funciones comunicativas, motivacionales y adaptativas.
Las emociones no se controlan: lo que sí podemos hacer es aprender a gestionar a partir de las emociones que experimentamos.
¿Se pueden «positivizar» las emociones?
Esta pregunta ya es, en sí misma, una apertura a la posibilidad, a generar un espacio de acción donde se puede crear algo mejor, aprender, cambiar el enfoque.
Por eso, te dejo a continuación cuatro pasos para empezar a reconocer y gestionar a partir de observar y escuchar tus emociones.
Aprendiendo a gestionar las emociones
Ponele nombre: ¿cuál es esa emoción (o cuáles)?
Esto no apunta al nombre correcto de una emoción, apunta a que la observes, la escuches, la describas, le pongas un nombre (o nombres) que tenga sentido para vos.
Detectá qué la disparó, a partir de qué se manifestó, qué está expresando.
Otra vez, no estamos apuntando a lo correcto o incorrecto. Puede que incluso no tengas claro cuál fue el disparador: observá, presta atención, detectá, relacioná, describí.
Identificá qué herramientas tenés.
Identificá qué herramientas tenés (o que podrías desarrollar) para generar una respuesta adecuada a partir de esa emoción.
Accioná en consecuencia.
Momento de parar a la acción.
Este ejercicio de 4 pasos puede aplicarse a cada caso y, lógicamente, cada vez que lo apliques te irá resultando más sencillo.
Te comparto un ejemplo bien concreto para no dejar estos pasos en el aire, sin bajada a tierra.
¿Cuál es esa emoción (o cuáles)?
Miedo, ansiedad, encierro, sensación de peligro. Me palpita fuerte el corazón y siento dolor de panza (y agregar todos los detalles que quieras o necesites).
Qué la disparó, qué está expresando.
El chofer está manejando a alta velocidad, no baja lo suficiente la velocidad en las esquinas y pasa semáforos en rojo. Expresa que percibo un gran riesgo de que se produzca un accidente que pone en peligro nuestras vidas y las de otras personas.
Identificá herramientas para generar una respuesta adecuada.
Puedo hablar con el chofer para que por favor conduzca con prudencia. Puedo pedirle apoyo a alguna otra persona dentro del vehículo, si siento que yo no puedo hacerlo. Puedo avisarle al chofer que frene así me bajo del vehículo y resuelvo otra vía de transporte.
Accioná.
Llevo a cabo la (o las) acciones elegidas.
Elegir una o más opciones de accionar va a depender de algunos otros detalles del contexto y de la situación en particular.
Con este ejemplo busco mostrar, además, que algunas emociones que algunos clasificarían como “negativas” están, muy por el contrario, cumpliendo una función muy importante y es a partir de que el miedo aparece (en este ejemplo) que podés gestionar el cómo actuar en esa situación. Más que una emoción negativa, es muy necesaria y altamente funcional: ¡agradezcamos que se manifiesta!
Lo mismo ocurre con cada emoción, del color e intensidad que sea. Así que, porfa, de hoy en adelante, cuando te encuentres pensando que una emoción es negativa preguntate lo que me preguntaron en Instagram: ¿cómo podés positivizarla?